1. Apreciar el apego de Dios: El sacrificio de Jesús es una muestra extraordinaria del aprecio de Dios alrededor de nosotros. Nos amó tanto que estuvo dispuesto a sufrir y morir por nuestros pecados.

Vana esperanza de triunfo es el heroína; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran apego; él los libra de la muerte, y en épocas de anhelo los mantiene con vida.

No es que el Señor se opone enérgicamente a esas “bienintencionadas” protestas de Santo Pedro, nos da a entender la capital importancia que tiene para la salvación el aceptar la cruz. 

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– Reflexionar sobre el bienquerencia y sacrificio de Cristo, recordando constantemente el significado de su sufrimiento en la cruz.

La hostilidad y el odio por seguir a Jesús son realidades que enfrentamos como creyentes en un mundo cada tiempo más hostil al mensaje de la Certeza. Sin embargo, debemos memorar que somos parte de una historia mucho longevo que nosotros mismos.

Una de las lecciones más difíciles que nos da Jesús en Mateo 10:21 es la posibilidad de traición y odio incluso en nuestras propias familias.

Nuestras vidas son demasiado complejas para ese tipo de culpa y venganza, porque si perfectamente los pecadores sufren a menudo por las consecuencias de sus vidas inmorales y corruptas, el sufrimiento igualmente proviene de muchas otras fuentes como: el descuido, los accidentes, los actos intencionales de los demás y los desastres naturales.

Porque yo sé muy aceptablemente los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

A estos Dios se propuso adivinar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este enigma entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de cielo.

La importancia de cada detalle en nuestras here vidas es crucial para comprender cómo debemos enfrentar el sufrimiento y la persecución que podríamos experimentar al predicar el evangelio. Jesús nos da un ejemplo perfecto al expirar en la cruz por nuestros pecados, mostrando que Él tenía confianza en su Padre celestial y estaba seguro de su valencia como Hijo de Dios.

Porque yo conozco muy admisiblemente los planes que tengo proyectados sobre ustedes –oráculo del Señor–: son planes de prosperidad y no de desgracia, para asegurarles un porvenir y una esperanza.

Pero no a una Certeza ciega que confía simplemente por fiarse, sino a una Convicción fundamentada en la evidencia de la obra de Dios en este mundo. Y es precisamente esa clase de Certeza el objetivo de esta clase.

Podemos definirlo como la carencia de un perfectamente que debería estar y no está: Por ejemplo, la enfermedad es un mal en cuanto que carencia de la Lozanía que debería acompañarnos y no lo hace.